jueves, septiembre 24

Conocerte

Conocerte es descubrir lo que hay en ti, es encontrar los tesoros que se esconden en el fondo del inmenso mar con sus secretos y sus misterios,

es la probabilidad de ver mi reflejo, de topar mis miedos, de sentir mis miedos.

Conocerte es explorar lugares nunca vistos, zarpar en un bote

y pelear contra las olas del mar que vienen y van azotando furiosamente mi pequeña barca,

es perderse en un laberinto de rosas, es llorar tristemente y reír con alegría.

Conocerte es buscar algo que tengo miedo de hallar, es buscar en ti lo que no puedo mirar en mí, es buscar mi descanso, el contacto de amor que necesito, es buscar la belleza más bonita del mundo, es buscar inspiración para crearte.

Conocerte es esperar que mi alma se llene de tu alma, es desaparecer el dolor, remontar la esperanza, salir de la soledad, es dejar por un momento de ser yo mismo y darte paso para que termines el frio con el cálido rayo de luz que eres.

Conocerte es hablarte con temor, es mirarte con cariño y confiar que una tarde te acerques y te mires, te mires al mirarme, es tocarte con amor.

Conocerte es para mí un problema que no sé cómo resolver ni cómo tratar, algo posible, es confianza para mi corazón, es dicha no negada.

Conocerte es imaginar tu sonrisa llena de vida, llena de fe, escucharla como notas de una canción que me da calma y alivia mi corazón, es esperar encontrarte en tu mirada y descansar en ella. Es quedarme contigo, ser fuerza de amor, razón de existir, motor de vida y paz para vivir.

Conocerte es sentirte, sentirme, sentirnos.

viernes, septiembre 18

Despedidas Pendientes.

02:59 a.m.

Entre una oscuridad vislumbrante, debajo de una lluvia que al caer y golpear los cuerpos lastimaba como piedras arrojadas, sobre un pavimento gris que recibía los embates de gotas que parecían camicaces cayendo. Estaba mi cuerpo, tirado inertemente con una mirada perdida en el espacio, sin pulso ni tono. Me encontraba frío y mi rostro pálido reflejaba una preocupación, denotaba una tristeza tan grande desde mi interior, una tristeza de no poder llegar a donde debería de hacerlo esa noche. Mientras pasaban los minutos, mi primer sentimiento fue de mero terror, llegó a mí un pensamiento, - no era el acto natural y general de morir lo terrible, sino la particularidad de hacerlo -. Mirándome ahí, en medio de la carretera sin la cálida huella de mis manos, de mi rostro, de mi corazón, comencé a afrontar con un verdadero temor (o quizá con verdadero coraje) la manera de cómo termine ahí, imaginaba la forma de mi terrible desgracia. Después de un instante, comencé a considerar que la realidad no suele coincidir con las ilusiones que nosotros deseamos estén e impedir que estas sucedan. Miserable en el holocausto de la madruga, comenzaba a ver las bombillas de luces rojas, azules y amarillas.

04: 45 a.m.

Escucho las voces de gente ajena hacia mí, sus miradas recorren mi cuerpo y me rodean, como si fuera la extraña criatura de un cuento de terror, los comentarios no se hacen esperar, de pronto llega un grupo de hombres, bajo la lluvia que cae, comienzan a tomar notas, me revisan, me mueven, me tocan. Yo solo puedo observar como hacen y siguen sus métodos. Pasado un tiempo me recogen, me llevan al lugar donde será ultrajado lo más valioso que Dios mi creador me dio y que hoy me lo ha quitado, mi cuerpo, voy directo a la morgue, donde seré examinado para a determinar que me sucedió, eso es algo lógico.

Una angustia me invade al ver como esas manos repugnantes cortan y rebanan, esto es como una carnicería de la cual no hubiese querido participar, ni ser la res que descuartizan. Las horas pasan, después de tanta mutilación, ponen a descansar mi cuerpo en una lapida fría y sola, junto a demás cuerpos que han sufrido la misma desgracia que el mío.

09: 14 a.m.

Sigo sin poder despertar, mis intentos por respirar son vanos, sólo observo y callo, ya no siento angustia ni pena por mí, ya no siento el deseo de abrir los ojos, de sonar como antes, de vivir.

Lo que me ha sucedido es la sucedido es la acción más clara de que no tenemos poder sobre nosotros mismos, que no depende de uno mismo el estar vivo y vivir de la manera que nosotros creamos, es la manera en como nosotros decidimos. Los consuelos no tienen lugar aquí, los arrepentimientos no sé si me ayudarán. Siempre creí que las acciones que hagamos en este planeta tendrán eco en el más allá.

02:36 p.m.

Cuando mi familia me vio se derrumbo, nunca pensé verlos tan acabados, si hubiera sabido que todo esto les causaría, hubiese preferido perecer en la oscuridad de la noche, en la frialdad de aquel pavimento, en la humedad terrible de aquella lluvia. No tenia palabras para describirlos, no sabía ni que decir. Y en la desgracia de aquella situación, solo me dio por recordar las palabras que en alguna ocasión mi padre me dijo, - el alma es inmortal y la muerte del cuerpo es del todo insignificante y que morirse tiene que ser el hecho más nulo que puede sucederle a un hombre - . Eso me hubiese gustado decirlo en su momento a la persona indicada, a mis hijos, a mi esposa, a mi padre.

domingo, septiembre 13

Amor y sexo.

Cuando comencé a pensar en el amor hace ya bastantes años, siempre lo vislumbre como algo no tan lejano y existente, lo vi como lo que es. Después pasados los años, descubrí al tirano enmascarado de nombre sexo, del cual aún sufro de sus actos. Aunque hoy en día se distinguir perfectamente el uno del otro.

En una ocasión cuando viajaba, escuche decir a una joven, por cierto algo atractiva, que los hombres no podemos vivir el amor sin tener sexo, que siempre buscábamos como fin el mismo propósito. Eso no me pareció del todo cierto, divergí un poco en su manera de pensar.

Es verdad que en una atmósfera en la cual ya no podemos vivir sin estar estrechamente relacionados con el sexo, evitar pensar en él. Como hombres no podemos negar que nos hemos ganado la mala fama (en algunos casos) de solo tener como intención terminar en los placeres que nos brinda el sexo.

Pero, ¿Qué pasa más allá, cuando terminamos probando los amargos sabores qué este deja y no se tiene amor? Por experiencia propia puedo decir que llega un momento de soledad terrible, se crea un vacio, el cual es muy difícil de llenar e intentarlo resulta en vano, llega una cierta repugnante satisfacción hacia contigo mismo, sientes que no vale la pena haber esforzádote poco o mucho para conseguirlo y disfrutar de lo que trajo consigo. El placer de vivirlo, no siempre es agradable.

Y entre todas estas cosas, no nos sentimos muy diferentes a ti como mujer. En el fondo de nuestro ser se encuentra la necesidad de cariño y de ser querido como lo que somos, por lo que sentimos, por los seres humanos que somos, capaces de apostar todo, con el temor de perderlo.

Saliéndome un poco y con una opinión muy personal, he de decirte que si como hombre pensamos mucho en sexo, es porque así nos han hecho, desde el momento en que la mujer por una razón u otra, se ha dejado denigrar (bajo el pretexto, de igualdad) haciendo que solo la veamos como un mero objeto sexual y no exonero de culpa al hombre por dejar que esto suceda y contribuir al mismo, habiendo compartir la culpa. Entonces te preguntas, ¿en dónde queda el amor para los hombres? ¿Acaso lo olvidan? No, nunca lo olvidamos, siempre estamos esperando lograr encontrarlo y en algunos casos desertemos en el intento.

Aunque nunca jamás tengamos una idea exacta sobre, ¿Qué es el amor? Sabemos que si existe, como un todo sentimiento y no un mero placer.

Por último quiero agregar que, podemos coexistir con el amor sin sexo, siempre y cuando tengamos claro, lo que queremos para uno mismo. La dicha eterna que te da el amor auténtico o la alegría libertina y pasajera que te deja el sexo.




Dedicada a R. M. Laura, por coincidir un poco con el tema, tú en tu oda, yo en mi escrito.




domingo, septiembre 6

Recuerdo preciso.

Urgido por la fatalidad de hacer algo, de poblar de algún modo el tiempo, quise recordar, en mi sombra, todo lo que sabía. Noches enteras malgasté en recordar el orden y el número de unas sierpes de piedra o la forma de un árbol medicinal. Así fui revelando los años, así fui entrando en posesión de lo que ya era mío. Una noche sentí que me acercaba a un recuerdo preciso; antes de ver el mar, el viajero siente una agitación en la sangre. Horas después empecé a avistar el recuerdo: era una de las tradiciones del dios. Éste, previendo que en el fin de los tiempos ocurrirían muchas desventuras y ruinas, escribió el primer día de la Creación una sentencia mágica, apta para conjurar esos males. La escribió de manera que llegara a las más apartadas generaciones y que no la tocara el azar. Nadie sabe en qué punto la escribió, ni con qué caracteres; pero nos consta que perdura, secreta, y que la leerá un elegido. Consideré que estábamos, como siempre, en el fin de los tiempos y que mi destino de último sacerdote del dios me daría acceso al privilegio de intuir esa escritura. El hecho de que me rodeara una cárcel no me vedaba esa esperanza; acaso yo había visto miles de veces la inscripción de Qaholom y sólo me faltaba entenderla.