martes, octubre 5

Esta tarde.

La tarde se prestaba para recordarte como lo había hecho la mayor parte del día, el cielo descargaba sus sentimientos hacia la tierra, se desahogaba y la tierra le prestaba su hombro para hacerlo. Yo en cambio te veía en cada gota que caía por la ventana, con esa ansiedad de saber de ti, de estar a tu lado. Entonces imaginaba bosques, con grandes oyameles y olorosos pinos, neblina y tú en medio, esperando mi mano. EL otoño tocaba y de pie en el descanso de la puerta, nos esperaba del otro lado de ella. Y las horas pasaban, casi efímeras, casi eternas. Y con tu recuerdo rondando mi cabeza, la tarde cayó. De pronto vi tu reflejo, brillante en mitad de la nada, ahí estática como botón de plata, apuntando a mi corazón, con tú nombre grabado en el centro, cerré mis ojos, tome un pedazo y soñé nuevamente. Y definitivamente no quise dejar de soñar...